Todos somos un atleta de élite en potencia, hasta que lo intentamos demostrar. La pandemia del covid-19 ha actuado como una prueba de esfuerzo, un test de provocación en toda regla de nuestro sistema de salud. Las costuras habitualmente se rompen por el sitio más frágil y, ciertamente, hemos descubierto que teníamos debilidades. Nuestro excelente, pero sistemáticamente maltratado sistema sanitario y social, se ha roto por dos de sus flancos más vulnerables: la salud pública y la atención residencial. Llegado este momento, la gran amenaza no solo viene de los más que probables rebrotes: el auténtico peligro es que no seamos capaces de realizar aprendizajes para reformular las respuestas.
Artículo de opinión del médico Jordi Amblás en el diario El Periódico