Duelo

Reacción a la pérdida
El duelo es la forma de reaccionar cuando perdemos a alguien importante en la vida. Es el proceso de adaptación a una pérdida significativa.
Hablamos de un proceso porque hay un cambio en nosotros, el duelo nos permite crecer. Y también hablamos de adaptación, porque el objetivo es restablecer el equilibrio, prepararnos para seguir viviendo sin la presencia física de esa persona.
No se trata de una enfermedad, sino de un proceso natural por el que pasamos y en el que cada uno avanza a su ritmo.
Tareas del duelo
Aceptar la realidad de la pérdida, afrontando plenamente que la persona querida está muerta, se ha marchado y no volverá. Esta tarea tiene que ver con darse cuenta de que la persona no va a volver, con la aceptación de este hecho.
Evitar esta tarea no protege del dolor. Se trata de una idea dolorosa, pero permanecer a la espera de una vuelta que no se va a producir es aún más angustioso.
Experimentar el dolor de la pena, sin bloquear los sentimientos ni negar el dolor que está presente.
La persona que ha sufrido una pérdida necesita identificar sus sentimientos y expresarlos.
A menudo estamos poco dispuestos a abrazar el dolor y ése puede ser uno de los motivos de que el doliente no lleve a cabo esta tarea: darle la espalda o evitar el dolor.
Adaptarse a un mundo en el que el ser querido está ausente. Esto supone empezar a hacer tareas, gestiones o tomar decisiones sin contar el apoyo que nos daba antes esa persona.
Esto implica adaptarse a la ausencia de los roles que tenía el fallecido; adaptarse al significado de quién soy yo ahora sin esa persona y también a una nueva forma de entender el mundo, ya que nuestras creencias y valores se verán modificados tras la pérdida. Se trata de una reconstrucción de nosotros mismos, para salir reforzados de este proceso.
Hallar una conexión perdurable con nuestro ser querido y mirar hacia el futuro. No se trata de olvidarlo, sino de encontrar un lugar apropiado para recordar nuestra vida juntos, pero dejando espacio para otras relaciones.
Se trata de volver a vivir, encontrando un sitio en nuestro mundo psicológico y emocional para la persona perdida. Implica vivir el presente, sin renunciar al pasado, pero recuperando la ilusión por el futuro, y reelaborar el vínculo con el fallecido.
Consejos
La muerte forma parte de la vida
Es necesario que entendamos que la muerte es algo normal, el dolor y las pérdidas forman parte de la vida.
Vivir con la soledad
Aprende a vivir en soledad. Podemos llegar a estar a gusto con nosotros mismos para poder convivir con los recuerdos y con la ausencia del ser querido.
Expresar los sentimientos
Expresa tus emociones de la forma que te sea más cómoda: hablando con familiares o amigos, escribiendo un diario personal o a través de una actividad creativa como dibujar, pintar, etc. Escribe una carta de despedida al ser querido, evitando idealizarlo, expresando lo sentido y lo vivido.
Vida saludable
Sigue un estilo de vida saludable para mejorar tu capacidad de hacer frente al estrés: come de forma equilibrada y descansa las horas suficientes.
Darse tiempo
Vuelve a recuperar las rutinas diarias y céntrate en objetivos a corto y medio plazo. Es preferible posponer las decisiones importantes. Conviene darnos tiempo para reflexionar bien.
Aprender a vivir
Acepta que puedes volver a disfrutar de la vida sin sentirte culpable.