Los niños tienen menos herramientas cognitivas y emocionales que los adultos a la hora de enfrentarse al duelo. Debemos saber que el miedo a la muerte es adquirido y que, inevitablemente, los niños van a tener contacto con la muerte cotidianamente, pues escuchan las noticias, tienen mascotas que mueren, y observan este fenómeno en películas y dibujos animados. Así que el primer consejo para los mayores es abordar este tema directamente, y con sensibilidad, cuando el niño lance una pregunta o se cuestione qué es morir.